miércoles

Diario de un superviviente, Día 3

Me encontraba desorientado, pero nada me ataba a mi casa si no estaban ellos .Aun conservaba la tubería pero tendría que salir mas preparado, cogí una potente linterna, un gran cuchillo de montería junto a otros dos de menor tamaño, aunque no esperaba acercarme tanto a esas cosas, no podía arriesgarme. Me cubrí con un abrigo de cuero grueso, me acerqué a la puerta y observé a través de la mirilla el largo corredor.Estaba desierto. Salí con mucho sigilo cerrando la puerta tras de mí.Las escaleras parecían no acabar nunca.No podía escuchar ni siquiera mis pasos, sólo los latidos de mi corazón y los atronadores e incesantes gemidos de esas malditas criaturas.Si alguna vez la muerte se dejo escuchar, sonó de esta forma, os lo aseguro.

Tomé aire varias veces mientras me aseguraba que el vestíbulo estaba despejado.Repasé mentalmente una y otra vez los pasos que daría ,pero todo se vino abajo justo al salir del portal.todo estaba peor de lo que esperaba.Nadie podría coger un automóvil.Todo estaba bloqueado y algunos vehículos aún estaban en llamas.Pero eso no era lo peor.Cientos de cuerpos sin vida,mutilados,desgarrados a dentelladas, con las entrañas esparcidas por el suelo, era todo lo que mi vista lograba alcanzar.Y yo me creía un hombre afortunado.

Avancé ocultándome entre los coches y me dirigí al puesto de la policía municipal, justo a la espalda del edificio donde me encontraba. Al entrar tropecé con algo que me hizo caer boca abajo.No podía ver . La luz no entraba a través de las ventanas.La sangre lo cubría todo. Me incorporé lo más rápido que el pánico me permitió.Mis húmedas manos por fin consiguieron encender la linterna.Para descubrir con horror el origen de tanta sangre. Un policía del que tan solo quedaba de cintura para abajo, junto a el, como despojo del festín, su cinto con el arma y algo de munición (un revolver y 16 balas), empecé a creer en la suerte, lastima que un ruido me hizo desistir, por un momento pensé huir, hubiese sido lo mas sensato, pero… entré por el pequeño pasillo en dirección al ruido, una puerta entre abierta nos separaba, abrí la puerta con energía pero sujetándola para evitar ruidos. Mi sorpresa fue enorme, ¡alguien con vida! Su estado era lamentable, tumbado sobre un camastro, su piel estaba amoratada y sudaba de forma preocupante, le habían mordido, creo que ni me vió, no podía hacer nada por él. Una extraña sensación me hizo salir apresuradamente de aquel lugar.

Una maltrecha bicicleta estaba tirada en el suelo, debía cogerla para poder buscar a mi mujer y mi hijo...

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